Por Lucio: escuchemos a las infancias

El pasado 2 de febrero del corriente se leyó la sentencia a las acusadas por el  “Caso Lucio”,  el crimen perpetrado a un niño de 5 años que se encontraba a cargo de su progenitora y su pareja, ahora ya condenadas. 

Este caso,  que  inundó noticieros, diarios y portales por el horror sufrido por maltratos crónicos, agresiones físicas y sexuales, vuelve a ser noticia.  El hecho ocurrió en noviembre de 2021 en La Pampa y la autopsia estaría confirmando que la causal de la muerte fueron los golpes recibidos. Además, esta arrojó signos de abuso.

Toda la sociedad quedó conmovida, indignada y sensibilizada ante lo que debiera haber sido evitable y hoy es irreversible.

La visibilización que tuvo el caso sirvió para que en Diputados se  apruebe una ley para capacitar a funcionarios sobre la realidad de maltratos que viven tantísimos niños/as y adolescentes (Ley Lucio).  Esto es un paso que necesitamos no sea un parche más, sino un alerta para comenzar un camino que asegure a los niños y niñas vivir sin maltrato y conforme a sus derechos.


Un tema de protección de derechos

Este caso puso de relevancia que las violencias intrafamiliares existen y  el grado alarmante de desprotección que los niños y niñas tienen cuando se enfrentan a estas circunstancias.  La indefensión está determinada por el  grado de inmadurez, por la dependencia que tienen, tanto material como emocional. En este caso, además, por la edad y su incapacidad de problematizar lo que estaba viviendo.

En 1989 se firmó la Convención sobre los Derechos del Niño, un tratado internacional de las Naciones Unidas que reconoce la protección especial que se requiere en la infancia.  Porque para que los niños puedan vivir conforme a  sus derechos son necesarias  determinadas circunstancias de vida.  La misma Convención reza: “Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas” ( CDN 1989.  art 3.2).  

La protección de la infancia es una co-responsabilidad de la familia, los vecinos, la escuela, los centros de salud, los servicios locales, los profesionales interdisciplinarios que los integran, los jueces. Las denuncias activan un sistema, un “Sistema de Protección” para cuidar y restituir derechos. 


¿Qué pasó con los derechos de Lucio? 

El niño fue parte de un conflicto entre adultos. En un momento la madre biológica pide la tenencia y el juzgado interviniente se la otorga. ¿Por qué  se la otorgan? ¿Por qué en algún momento no lo tuvo? ¿Qué cambió para que se evaluará como la mejor condición de vida para ese niño? ¿Que arroja el seguimiento posterior que el juzgado hizo?  En la misma causa se advierte que la justicia tiene aún algunas cuestiones que revisar en cuanto a los argumentos que llevaron a tomar las decisiones  por aquel 2020.

“Lucio” vivía un cotidiano de horror. La relación que tenía con quienes le ocasionaron la muerte da cuenta de que no fue un hecho aislado. ¿Qué pasó con los vecinos y sus denuncias? ¿Qué rol jugó la escuela? ¿nunca un médico revisó a ese niño y sospechó lo que pasaba?  ¿nadie advirtió el maltrato? 

La sentencia enumera ingresos a  hospitales con lesiones severas, reiteración de ingresos que dan cuenta cierta familiaridad con los centros asistenciales, que pasó con las alertas de “peligro” de esos profesionales.  El niño concurría a la escuela que paso con los trazos de los dibujos, sus actitudes, sus formas de vincularse con los otros. Que paso con las señales de alerta de los docentes, ¿que paso con la institución escuela?

Desde el lugar que tenemos como hogar, recibiendo infancias víctimas de violencias, esperamos que este caso llame a la reflexión a las distintas personas e instituciones que trabajan y tienen responsabilidad de decisión en la protección de las infancias. Como así también  se llamen a la reflexión todas las instituciones por donde circulan  las infancias para poder tener la agudeza suficiente para detectar y saber además a donde denunciar. ¿ Fallo la detección?,   ¿fallo la institución y su responsabilidad de denunciar?


Los  “Lucio” de los hogares

Las infancias que llegan a los hogares traen consigo la documentación que argumenta la toma de la medida excepcional, pero también las marcas y los dolores que les dejaron esas circunstancias de vida que llevaron a la separación del entorno que no los cuidó. Es crudo leerlo en papel, pero más difícil es leerlo en sus cuerpos, sus actitudes y cuando lo pueden relatar aún más.

 A pesar de que tenemos muchos años de recibir niños, los ingresos tienen algo de “primera vez”, el momento en que nos conocemos con ese  niño, con esa historia. Los signos del maltrato y la violencia se advierten. No se van cuando desaparece el moretón. Son actitudes, miradas, reacciones, formas de  jugar, de dormir (si duerme),  relatos, formas de comer. Los chicos hacen evidente desde el primer momento lo que les pasa.  Algunos  relatan sus vidas ni bien ingresan, otros se toman sus tiempos, algunos apenas encuentran palabras.  A qué le tenían miedo, quién era “malo”, “atrevido”, por qué se escondían.  

Los que trabajamos en Hogar María Luisa sabemos que de eso se trata, de escuchar al niño. No es fácil digerir muchas veces lo que tienen para decir.  Pero a partir de esa escucha se abre una puerta de oportunidad a sanar, a una vida nueva en el ejercicio pleno de los derechos.

En conclusión, a Lucio no lo escucharon. Esto no tendría que volver a ocurrir. A un problema complejo no le va otra cosa que una respuesta compleja: un Sistema de Protección. Este sistema tiene que mejorar para evitar otras “tragedias anunciadas”. Es lamentable pero este hecho no es un caso aislado, hay una frecuencia alarmante que además no se contiene en estadísticas: no se mide con rigurosidad.

Ojalá cada uno, desde el lugar que ocupa, asuma su responsabilidad. No todas las infancias son iguales, ni felices. Las consecuencias que deja la violencia son graves y requieren de mucho amor y de una atención profesional, porque a esta altura el amor solo ya no alcanza. Se lo debemos a Lucio. Escuchemos a las infancias. 


Ana K Álvarez 

Directora del Hogar María Luisa