Mateo tenía 10 años y el día que llegó al Hogar se mostró nervioso. Traía una bolsa de plástico con una inscripción de una casa de deportes y adentro un paquete de galletitas y un juguito a medio tomar que le habían comprado las personas de la guardia de niñez mientras hacían los trámites para poder ingresar al Hogar.Le dimos la bienvenida y le explicamos que a partir de ese día ésta sería su casa y lo llevamos a conocer las instalaciones.
Su mirada se fijó en el patio, donde había un grupo de chicos que estaban jugando a la pelota y él los siguió con la vista.
– ¿Te gusta el fútbol Mateo? le preguntamos.
– ¡¡Obvio si!!! fue su rápida respuesta.
– Bueno, acá juegan un montón, ya vas a conocer a los chicos» respondimos nosotros.
En el camino hasta la “salita de juegos” donde hacemos la primera entrevista con los niños, fue sumando cosas que miraba y se lo notaba sorprendido. Al sentarnos le pedí que nos contara cómo eran sus días, si iba al colegio, si hacía la tarea, etc. Bajando la mirada nos contó que alguna vez fue pero que luego no pudo seguir.
– ¿Sabés escribir tu nombre?
– No.
– ¿Y qué te gustaría ser cuando seas grande? le preguntamos.
Se encogió de hombros con una mirada de incertidumbre.
– Bueno aquí lo primero que vamos a hacer es buscarte una escuela para que puedas ir todos los días. Vamos a elegir una mochila, útiles para vos y te vas a probar un guardapolvo. En ese momento Mateo me miró a los ojos y los suyos se llenaron de brillo.
La escuela, como otras instituciones de nuestra sociedad, fue creada con un fin específico. Les permite a los niños y adolescentes poder acceder a saberes tanto de las ciencias como de la cultura. Les brinda un ordenamiento, le enseña hábitos y es considerada la segunda institución socializadora en la vida temprana de una persona. Es además la institución detectora de vulneraciones, y maltratos.
Es por eso que dentro de la Ley Nacional 26061 es considerada con responsabilidades dentro de la promoción de los derechos como de la protección de los mismos.
La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) es el tratado internacional adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas y reconoce a todas las personas menores de 18 años como sujetos de pleno derecho. (20 de noviembre de 1989)
La Argentina ratificó la Convención en 1990 y en 1994 le otorgó rango constitucional tras el Pacto de Olivos.
Los cuatro principios fundamentales de la Convención son:
- El interés superior del niño
- El derecho a la vida
- A la supervivencia y al desarrollo
- La participación infantil y la no discriminación
