“José” hay muchos . El gran desafío de acortar la espera

Esta semana salió a la luz  el caso de “José”, un niño que desde el 2019 se encuentra en Familia de Acogimiento y hoy, tanto él como su familia en tránsito, sufren las deficiencias del sistema. El diario La Nación sacó una nota muy interesante.  La noticia trajo mucha conmoción y despertó opiniones en todos los sentidos y en diversos canales: grupos de whatsapp, redes sociales, notas periodísticas.

Después de todo lo leído y escuchado me gustaría, como directora de un hogar, aportar algunos comentarios y experiencias propias. 

En principio decir  que “José”  hay  muchos. 

 Son todos los niños, niñas y adolescentes que aguardan en dispositivos a  que se defina su situación para encontrarse con “su familia”. 

Es importante tener en cuenta que los chicos que son separados de sus padres biológicos ingresan al “Sistema de Protección” con una “medida excepcional”. Esto implica cambiar  su lugar de residencia pudiendo ir  con una familia ampliada, con  una familia de acogimiento o,  a un hogar convivencial. En general la  opción de familia de acogimiento es para bebes o deambuladores, niños y niñas que han tenido pocas vivencias con sus progenitores. Por otro lado están los chicos y chicas que recibimos en los hogares convivenciales,  de mas edad, que traen consigo historias duras, en condiciones de vida inadecuadas y hasta peligrosas para su desarrollo.

¿Cómo es el ingreso a un hogar convivencial? 

Al ingresar a esta gran casa  los niños o niñas son recibidos por un equipo técnico (psicólogo/a, psicopedagogo/a, trabajador/a social ) y el equipode cuidadores de  la institución. Comienzan   un periodo de evaluación donde se indagan gustos y necesidades.  Surgira de aquí los tratamientos, derivaciones con especialistas; incorporaciones a escuela, lugares de recreación, etc. 

En esta gran casa los niños encuentran espacios privados como ser su habitación. Lugares compartidos o comunes:  salones, un patio donde poder jugar, andar en bicicleta  y pasar unos lindos momentos bajo un gran tilo.  El barrio nos ofrece un club, los scouts, un centro cultural, plazas. Además  muchos medios de transporte que permiten hacer salidas: ir al cine, al teatro, a la granja, a museos y, a otras excursiones. Es el  tiempo para reparar, para empezar a tener una vida de  niños: jugando, aprendiendo, explorando.

 

¿Y cuándo habrá una familia para mí?

El periodo  que pase  en un hogar o, en una familia de acogimiento siempre tiene que ser provisorio. Momento  para curar y para prepararse para una siguiente etapa.  En estos espacios se espera se construyan familiaridades pero no familia, justamente por ser “provisorio”.  La pregunta de parte de los niños tarde o temprano llega: “ ¿y cuándo habrá una familia para mí?”. Es a  partir de allí que   los chicos ya están preparados para una siguiente etapa y  es  también cuando las demoras administrativas empiezan a pesar. 

¿Qué podría cambiar para acortar estos tiempos? 

Dejo algunas ideas que quizás puedan contribuir  a la reflexión:

Se podrían generar procedimientos en la justicia que permitan acelerar ciertas diligencias y trámites necesarios para acortar los tiempos de los procesos. 

Se podría contar con juzgados que solo trabajen temas del sistema de protección de NNy A.

Se podría contar con Cámaras de apelaciones que incluyan jueces especializados en infancias.

Se podría contar con un protocolo de actuación para el Sistema de Protección que determine las incumbencias  y las informaciones necesarias y los tiempos que se requieren. 

Se podría contar con más y mejores acompañamientos para quienes quieran adoptar, especialmente a niños más grandes y a hermanitos.

Se podría facilitar la información y concientización general, para que estos temas no solo salgan a la luz por un caso de mayor llegada mediática

A modo de cierre:

Los problemas complejos nos necesitan unidos. Es fundamental que el tema se ponga en boca y cabeza de todos.  Esperando que  este debate nos ayude a reflexionar y a ser conscientes como sociedad acerca de la cantidad de infancias que esperan tener una familia que los cuide y les de una vida estable que, dicho sea de paso, es un derecho de todos los niños, niñas y adolescentes.

Hace más de 100 años existe el Hogar María Luisa para cuidar de las infancias, lugar donde hoy me toca dirigir. Trabajo codo a codo con muchísimas personas  y entre todas  damos respuestas a las necesidades de crianza de los 20 niños y niñas que tenemos a nuestro cargo, todos los días y, que tambien  esperan tener su familia.

Necesitamos muchos más compromisos. Sumá vos también tu granito de arena por la infancia.

                                                                                                                                                    Ana  Alvarez                                                                                                                                                                                       (Directora)

Nota completa La NACION Caso Lanus Moreno Vivot.