Derecho a una buena alimentación

Por Ana Álvarez – Directora del Hogar

Voy a relatar una mini historia de estos tiempos de cuarentena en relación a la alimentación.

Los otros días compartía mi escritorio, y mis actividades con uno de los niños, vamos a llamarlo “Alberto”, que tiene 6 años y es muy hábil jugando al Memotest. Mientras jugábamos, y él me ganaba apasionadamente, yo apenas intentaba salvar mi honor en ese juego. Dio vuelta una ficha frutilla y una ficha tren y desanimado por el tren me dijo…. “no era un tomate” y dio vuelta las fichas otra vez.

Para corroborar de qué clase de error se trataba le dije: “Pará, ¿esto qué es?, ¿un tomate?”; mostrándole la ficha de la frutilla.  Me dijo que si con la cabeza. “Miralo bien, no es un tomate, es una frutilla! ¿Vos sabes lo que es una frutilla?” Alberto se me quedó mirando y me hizo NO con la cabeza y preguntó: “¿Furilla?“   A lo que le contesté: “Alberto… Frutilla” … Dio vuelta la ficha, porque claramente el tren no era una frutilla y seguimos el juego.

Este ejemplo, que es uno dentro de un montón de pequeños relatos, son los que dan cuenta que restablecer el derecho a una buena alimentación no es solo ofrecer un plato de comida a los niños del Hogar. Implica, además, brindar variedad nutricional y cultural a estos niños.

Es un tiempo de probar sabores, presentar alimentos, tener paciencia para que los vayan conociendo e incorporando. Es un trabajo que excede el tiempo de la preparación de una comida.

Por eso es tan importante poder contar con la cantidad y variedad de alimentos necesarios para conservar la salud física y emocional necesaria para un adecuado crecimiento. Porque hay un mundo cultural, dentro de la alimentación también por conocer. También para que en la escuela, cuando a Alberto le propongan sumar 4 peras más 3 frutillas, ya sepa qué es una frutilla.

Y por si alguien se quedó con dudas, el partido de Memotest… ¡lo ganó Alberto!