Caminos que dejan huellas

Hace muy poquito acuñamos un nuevo lema para, en pocas palabras, resumir quiénes somos. Así surgió #UnHogarDeHistorias, que refleja cómo en estos 144 años construimos y acompañamos caminos que dejan huella en la protección de las infancias. Hoy les compartimos la historia de Fernanda Quiroga, quien, junto a su esposo Roberto Reisinger, fueron pioneros en el voluntariado del Hogar y puente para construir el lazo que nos une con la comunidad de Villa Ballester.

Nos cuenta Fernanda: «En el año 2008  se realizaba un evento anual en el Instituto Ballester para dar a conocer el Hogar María Luisa y juntar fondos. Yo me acerqué para colaborar y ser voluntaria. Me entrevisté con el entonces director, Pedro Kipp,  y empecé a asistir algunas tardes al hogar, junto con Robert. Tiempo después, para la edición del evento 2010 ya estábamos con ayuda “extra” sumando a otras personas de Villa Ballester. Para esa fecha no sé cuántos waffles hicimos!!”.

“El grupo de voluntarios surgió como una necesidad de integrar la comunidad de Villa Ballester al Hogar. Hasta ese momento, y por el origen de la fundación del Hogar, se recibían voluntarios de Alemania que pasaban un periodo de 3 meses colaborando con tareas escolares con los chicos, juegos, pero no había una coordinación de actividades, con voluntariado local”.

Con el tiempo y el fuerte compromiso de más personas, fue creciendo el voluntariado y así también actividades que se hacían para los chicos y chicas: “En 2013 organizamos un concurso de dibujo entre los chicos para hacer la tarjeta de Navidad de ese año. Las 3 tarjetas más votadas se imprimieron y se enviaron a los socios como saludo de ese año. Cuando tenían cumpleaños hacíamos una torta para festejarles después de la cena. También invitamos a las chicas mayores a comer afuera. Nuestra experiencia fue que pudimos integrar mucha gente de Villa Ballester, y dar a conocer el Hogar».

En ese sentido, de la mano del voluntariado, se fueron realizando muchos eventos, entre ellos “El día de puertas abiertas en el Hogar” que pasó a reemplazar aquel primer evento que se llevaba adelante en el Instituto Ballester. También recuerda  Fernanda el primer Mercado de Pulgas organizado en el Hogar y cómo las tortas alemanas y strudel, preparadas por ellos mismos, eran las comidas típicas que las personas venían a disfrutar a nuestra casa.

“El compromiso fue creciendo y Roberto ingresó en la Comisión Directiva en 2012. En ese entonces acordaron que hacía falta una coordinación para el grupo  de voluntarios y así fue que me propusieron encargarme de esta tarea. Así se sumaron, entre tantos otros, voluntarios que aún hoy son parte del Hogar como, Ignacio Pedre, Paola Isabelli, Javier Farchi, Betty Fuchs, Ester Pitton, Astrid Kohl, Rita, Moni Fimpel“.


Hoy Roberto y Fernanda siguen siendo actores fundamentales de nuestras historias diarias, y desde 2015 desde Nueva Jersey son embajadores activos que siguen difundiendo y ayudando en nuestra tarea.

Nos encantó compartirles esta historia que es reflejo de cómo las instituciones, las personas y la comunidad se nutren, transforman y potencian cuando hay un mismo objetivo. En este caso, brindar el cuidado y un mejor futuro para los chicos y chicas.