Cuando recibimos a un nuevo niño comienza el proceso de descubrirlo, saber cuáles son las cosas que le interesan, sus desafíos, y buscar caminos para generar la confianza necesaria en post de ayudarlo a recuperarse de las experiencias que lo trajeron a nuestro Hogar.
Y un camino fundamental es el juego: a qué les gusta jugar y con quiénes. Hay niños que no saben cómo jugar, otros lo hacen solos, o incluso hay quienes, frente a la propuesta grupal, les pasa que lo que comienza como un juego termina en un conflicto dónde es preciso que el adulto cuidador medie para resolverlo. ¿Y por qué importará tanto observar el juego?
El juego es por excelencia el recurso por el cual los niños y niñas se apropian del mundo. Exploran, conocen y se reconocen. Van construyendo su propia forma de aprender, ser y establecer vínculos socioemocionales positivos.
Y en el Hogar propiciamos que el juego sea un medio para desarrollar todo esto y surja rico en propuestas para cada uno. Desde juegos de mesa, saltar a la soga en el patio, trepar por el mangrullo y tanto más. El objetivo es divertirse, imaginar y crear en un entorno afectuoso y seguro que potencie todo aprendizaje y socialización. Estimulamos a los niños a jugar, a probar e intentar una y otra vez. Mediamos, proponemos, hasta que vemos que empieza a “fluir” pudiendo establecer vínculos emocionales positivos con sus compañeros y con nosotros.
Preguntar en un pasillo o el patio del Hogar “¿A qué te gusta jugar?” y escuchar por respuesta un sinfín de ideas nos pone felices. Casi que nos atreveríamos, como en un juego de adivinación, a poder decir a quién les gusta trepar, a cuál nene “le pierde” el fútbol o quién sueña con ser patinadora. Tanto así los llegamos a conocer.
Pero igual, la recomendación siempre es: preguntarles. Porque los niños y niñas nunca terminan de sorprendernos y no tenemos dudas que acompañarlos jugando a conocerse y descubrir el mundo hará que todo sea posible para ellos.
Ana Álvarez, Directora del Hogar
