Es un derecho fundamental de todo niño o niña el vivir en familia. Así dicen tanto tratados internacionales como leyes en la argentina pero, aun así, muchos niños pasan un promedio de tres años al cuidado del hogar. Tenemos muchos ejemplos de esta permanencia y de más también.
Igualmente también, hay algunos historias en que los tiempos no llegan a ser tan largos. En este diciembre pudimos ver partir a una nueva familia y eso nos tiene entre felices y orgullosos. No fue sencillo, sobre todo para los adultos, porque el proceso de vinculación duro un par de meses. Para el niño ha sido el tiempo necesario para sentirse seguro, conocerlos, conocerse con ellos, empezar a extrañar y a soñar con un «para toda la vida». Todos las historias de los chicos de los hogares son historias de resiliencia, donde tuvieron que fortalecerse para vencer miedos, aprender a cuidarse.
Confiábamos en que la selección de «postulantes» había estado bien, los empezamos a conocer acompañado las vinculaciones y pasito a pasito íbamos recibiendo señales de que todo marchaba. Hubo enojos, caprichos y, las palabras de la psicopedagoga era «déjenlo, no lo apresuremos». Y esta pareja confió, preguntó, se asesoró por todos lados para prepararse e ir dando cada uno de esos pasitos.
Y de las vistas se paso a las salidas, a conocer la casa, poder quedarse a dormir y, el día llego en que el hogar recibió la notificación del juzgado, esa, la mas deseada, la que dice día y hora para el egreso.
Ahí se arma el «motor egreso» donde se preparan sus pertenencias, documentos y todo lo que se fue construyendo en su estadía. A la casa llegan con una gran mochila de tristeza como única pertenencia. Al irse los vemos marchar seguros, felices y con un montón de recuerdos lindos de amigos, voluntarios y personal del hogar que lo nombraron y le dieron amor.
A partir de ahora continuaran con el acompañamiento del equipo técnico del juzgado pero ya viviendo juntos. Un chin chin a esta pareja que se animo a ser familia por adopción.
Ana Álvarez, Directora del Hogar
Todos podemos hacer algo para que las niñas y niños vivan una infancia feliz